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jueves, 28 de julio de 2011

la mudada (final)

…y el maravilloso acto de cagar, ah esa es la mejor parte, el inodoro esta tan bajito que casi en vez de agacharse hay que acostarse a ras del piso, esta suelto del piso y al sentarte en el es como el baile del sambito, ahí suspiro de terror al pensar que la taza se parta en dos y se me clave un pedazo de loza en el culo, ya seria lo ultimo que me podría pasar, a mi que todo me pasa, en fin después de lograr cagar para lavarme el culo es peor aun, tengo que lograr poner un pie encima de otro es la única manera de agacharme aun mas, tengo la mala costumbre cubana de lavarme el culo así que lo tengo que hacer, y para lograr meter el jarrito con agua que siempre mantengo al lado del inodoro (y que una vez una señora extranjera me pregunto en cuba, porque en las casas de los cubanos siempre había un jarrito o una latica de leche condensada vacía o oxidada al lado del inodoro, de mas esta asegurar que no obtuvo respuesta de mi), que aparte de doblar el pie echarme para adelante y pegar la cara al rollo de papel sanitario que me queda al frente mirar hacia la derecha y a duras penas lograr lavarme el culo todo esto pensando ¿se romperá la taza??, ay dios mío que vida la mía, luego de esto y con la completa seguridad de haberme quedado con el culo sucio, lograr pararme ya a estas alturas arrastrándome pegado a la pared y salir definitivamente del baño con el culo mojado y medio sucio.
Un día aguante las ganas de cagar lo mas que pude hasta llegar al Hotel Veneto fui directamente al baño pero al de discapacitados que es el mas grande de todos, que maravilla, que delicia poder descargar este vientre retenido en este culo apretado, encogido, encabronado de tanta incomodidad, poder sentarme sin doblar las piernas poder estirarlas sin pensar que quizás se me rompa la taza y me corte, era una maravilla, podría quedarme a vivir ahí, entre el aire acondicionado y la taza gigante si me hubieran puesto un televisor delante juro que no me hubiera levantado.
Pero en fin ya es una maravilla hacer esto sin nadie extraño en la casa ni tener que mirarle la cara a quien no quiero y poder andar encuero sin  preocuparme que nadie llegara, bueno eso a costado tener que mudarse desde lo que para los cubanos seria desde
L y 23 hasta Mantilla, pero bueno la maravilla de la soledad tiene esto; algo hay que sacrificar no? y cuando se tiene carro para ir a todos lados tampoco Mantilla queda tan lejos, este carro que nos lleva y nos trae a todos lados, que refunfuña, resopla, gorgojea, se asfixia, se acalora, se desbarata y casi sucumbe ante algunos tranques, pero que finalmente nos lleva y nos trae, en esta ciudad que me dio la libertad, pero que es permanentemente calurosa y sofocante que no te deja respirar sino este aire caliente y pegajoso, los 365 días del año que no logro entender cuando veo a la gente con abrigos por la calle, o bueno veía porque por esta calle no pasa ni dios, donde me maravillo de ver en las tiendas las perchas llenas de abrigos de pieles, ¿para quien serán?, ¿ para vendérselo a quien?, donde hasta algún almacén de ropa a puesto un anuncio en vía España donde sale una chica haciéndose una ficha policial y el slogan “multada por usar botas de invierno en Panamá”, fabuloso, realmente lo que pienso estampado en grande.
Así que aquí estamos tratando de vivir la misma vida en una casa medio nueva, quizás mas tranquilos, quizás con menos espacio, con muchas mas deudas, pero definitivamente con mas tranquilidad, cuando todo el mundo me dice todo pasa, lo que coño cuando?.

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