Ay que asco
la vejes.
Ay hablar de este tema, es de las peores cosas que se pueden
hacer, pero cuando ya estoy por entrar a los cincuenta, no sé qué cojones
entenderán con lo que escribo pero al final de cuenta es mi opinión de mi y
descontando que me importa un carajo lo que piensen, bueno en realidad casi
nunca me ha importado…
Por estos días estoy con un obsuelo que parece que tengo un
ladrillo en el ojo, y que conste que es el tercero que me sale, yo que tenía
unos ojos preciosos, que además me cambiaban de color que iban desde el verde
hasta el carmelita depende de cómo estaba el día, unas pestañas que eran una
preciosidad largas, hermosas, un poquito de saliva en las puntas, (en cuba no
había rímel), y podía abanicar la sala de mi casa, en fin unos ojos de envidia
ahora ando con este chalazo singao, las pestaña han perdido el tamaño el vigor
y sobre todo el largo; en fin, unos ojos que parecen más que mustios y apagados
desesperadamente ahuevados, el pelo hermoso bello y ensortijado que tenía, era
la envidia de todos, lo llevaba por los hombros caía como una cascada
ensortijada, desenfadada y brillante, el que mantenía siempre bien
acondicionado y desenredado gracias al laczagar y al mulsogar y cualquier cosa
que vendieran en la farmacia que tuviera agar agar, aunque fuera compota de
niño, (en cuba no había acondicionador) realmente hermoso aunque con una
permanentemente peste a laxante estomacal, pero que belleza de pelo, que ahora
se ha convertido en unas pelusas indescifrables y descoloridas con los lados
blancos y que yo sigo tiñendo por lo poco que me queda de presumido.
Y qué decir de ese cuerpo espectacular que tenia y que
realmente paraba el tráfico, en los pies me han salido unos cayos que parecen
cascos de caballos; no hay pedicura, ni lija, ni cepillo de alambre que los
haga rebajar, las uñas duras como palos y largas como garfios, las nalgas se
fueron a la mierda, aquellas nalgas preciosas bien formadas que coronaban
aquellas piernas espectaculares y bien formadas que tenia, se encogieron se
metieron para adentro, en fin ya ni con dos pañuelos en los bolsillos mejora,
la barriga a ocupado un papel preponderante, siempre llega primero que yo, en
fin ya no hay nada que hacer con ella, el rabo, ah ese hace años que no lo veo,
nunca ha sido muy prominente pero ahora está en escapada permanente, de las
tetas ni hablo aquel pecho precioso que tenia cubierto de unos bellos hermosos
y casi ensortijados pasaron a ser unas tetas casi talla 60 de ajustador y que
apuntan permanentemente al piso y las que ya casi llegan al ombligo, ese
ombligo hermoso, gracioso y sexy que tenía en medio de mi adorable pancita, la
que en aquella época era hermosamente plana y poblada de ese bello hermoso que
mencione antes y que desataba no pocas pasiones y que gracia a la moda de los
ochenta llevaba mostrando con total orgullo al llevar siempre la camisa abierta
hasta el mismísimo pipisigallo, lo que dio pie a no pocos accidentes automovilísticos
y choques de algunos contra los postes de la luz, pues ha pasado a ser un hoyo negro e infinito
donde se pierde todo y estoy al ponerle un letrero de “olvídese de los objetos
perdidos”, unos pelos en el pecho que se han puesto casi todos blancos y
alicaídos y que yo me empeño en teñir por el simple orgullo que aun me queda y
que estoy a punto de perder, los brazos hermosos han pasado a tener unas lonjas
incontrolables y que se muestran cada vez más en fin ya tendría que cortarle
las mangas a los suéteres porque los brazos ya no me entran y qué decir de este
hermoso cuello que tenia, que se ha convertido en esta papada segura, baja,
desafinada y totalmente descontrolada, que aunque me empeñe en tirarme las
fotos de arriba para abajo no hay manera que no se destaque parecen cuatro
llantas unidas, el labio caído, en la nariz me salen unos pelos blancos
asquerosos, que tengo que sacarme con pinzas de cejas y el colmo hasta en las
orejas salen pelos, coño pero esto es la hijoeputa vejes.
Porque a los 20 años
no tenía nada de esto, y tengo fotos para demostrarlo y lo de el; bueno ese
tema da para largo pero no me gusta hablar de el porque se pone bravo, sigue
con ese manacas tan arraigado¡¡¡, se le olvida lo que me dice, me cambia los
números, me deja encerrado dentro del carro, hace coheticos lo mismo con un
pedazo de tape, que con la esquina de un palo, que con el recibo de pago del súper
o los mas gustados con los cartones de bingo, esos indispensables coheticos que
proliferan por la casa a niveles alarmantes y que no diré para que le sirven,
sin contar que le ha dado por morder los casquillos de los marcadores y que yo
defino junto a todo lo demás como “manías de viejo”, además se le quedan
pegados los granos de arroz en la barbilla, los espejuelos cargan lo mismo
algún frijol colorado o algún pedazo de pollo, según lo que hubiera en el menú
del día, no por gusto andamos por esta temporada con un virus en los ojos,
suerte que atreves de los años he logrado descifrar lo que me dice aunque no me
lo dice, pero esto ya quedara de tarea.