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miércoles, 9 de febrero de 2011

Los pollitos Pérez Quintoza.

Los pollitos Pérez Quintoza.
Un custodio en cuba creo que en la playa Tarara, le dieron un balazo en un tira y jala, (unos dicen que porque quería montarse en una lancha y no cabía, otros porque se disparo la bala al no saber usar la pistola), en un encontronazo con algunos que se estaban robando una lancha para irse a Miami y el gobierno dice que el ilustre guardia de seguridad trataba de no permitir que los, ”gusanos desertores apátridas”, (estas palabritas les encantan a los comunistas por eso las uso), se llevaran la lancha el final de este cuento fue que estuvo entre la vida y la muerte varios meses, Fidel hablo por televisión hasta el cansancio; de nosotros claro, no el suyo porque ya sabemos que el nunca se cansa de hablar, echando pestes de los imperialistas, nos daban reportes diario de su mejoría (de Pérez Quintoza), no de Fidel ese siempre esta bien, porque además siempre mejoraba, le hicieron una casa divina de dos plantas a Pérez Quintoza en Guanabacoa, donde vivían antes en una casi choza, y claro hacían brujería como casi todos los guanabacoenses, tenían un avión(el gobierno claro), no Pérez Quintoza que iba inmediatamente a estados unidos (ahh para eso no había bloqueo), a buscar los medicamentos que hicieran falta y ponérselos en fin hicieron hasta lo imposible para que no se muriera pero al final ni los “brujoríos” hicieron nada y el hombre se murió.
Por esta época ya no había casi nada que comer en las casas cubanas, estábamos en pleno periodo especial y se desato una epidemia de retinosis pigmentaria, en fin la gente empezó a quedarse siega y le costo el puesto al ministro de la salud publica cuando se le ocurrió decir en la televisión que lo único que había era desnutrición, en fin nos empezaron a repartir por el medico de la familia unos paqueticos de pastillitas amarillas que nos dijeron que eran complejo b, quizás para suplir un poco el déficit vitamínico que no brindaba la alimentación cubana, lo malo es que estas pastillitas amarillas daban un hambre del carajo y ya no había nada que comer así que ahí fue cuando se invento, el bistec de frazada de piso, el picadillo de cascara de plátano, y el bistec de toronja, y muchos otros, todo muy bonito pero nada nutritivo, a mi la doctora del medico de la familia me advirtió que no las podía ni oler, porque sino me comería hasta la puerta del refrigerador, por esa época yo era uno de los únicos doce gordos que habían en la habana, y me hacían un estudio en el Amejeira a ver porque estábamos gordos , pero si es que era sencillo nos comíamos lo que apareciera , desde el fricandel (un engendro cubano hecho con recortes de pescado?), hasta el bistec de frazada de piso y ni contar las barritas de maní?? , en fin me estoy desviando, resulta que empezaron a dar por la libreta unos pollitos en la bodega, creo que daban seis pollitos o algo asi no recuerdo bien, nosotros se lo regalamos a Maritza la vecina de al lado la que con mucho esmero empezó a cuidar a los pollitos, el primer día murieron algunos calcinados con el bombillo que le pusieron enzima para mantenerlos calienticos, (tipo incubadora), al día siguiente ya murió solo uno, las pastillitas de la “caperucita roja como les habían puesto la gente”, por aquello del cuento del lobo y decía para verte mejor!!, bueno les regalamos las nuestras a Maritza para que le diera a los pollos, los bajaba los seis pisos por la escalera para pasearlos por los bajos del edificio y picoteaban alguna yerbita o alguna cosita que lograran encontrar, porque hasta la yerba estaba escasa, si no preguntarle a la mama de Roly que hacia tisana de lo que fuera incluida las yerbitas para palear un poco el constante descarrilamiento de las tripas, en fin los pollitos seguían muriendo inexorablemente, suerte que nos daban cada 15 días seis mas, será porque sabían que no había forma que lograran sobrevivir y así los íbamos sustituyendo, las gentes en la calle se preguntaban y a ti cuantos te quedan? , ah no se me murieron todos y la otra eufórica a mi me quedan dos, en fin eso formaba parte del cotilleo vecinal diario, dejamos de ocuparnos de los tarros de las vecinas, para ocuparnos de la vida de los pollitos, no había antibiótico, vitamina ni nada que lograra sobrevivirlos, seria por eso que les pusieron Pérez Quintoza , porque les dieran lo que les dieran al final se morían, y los pocos que lograban sobrevivir, pasaban un año y no levantaban una cuarta del piso, pero eso si  tenían una cara de viejo del carajo.

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