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lunes, 3 de enero de 2011

Mis amigos de afuera

                                                       Llegue corriendo como siempre, no se como me las agencio para llegar tarde a todos los eventos que se suceden en este país, ahora no puedo recordar porque motivo y bajo que pretexto bailaba Alicia Alonso, y como siempre se esperaba que fuese la ultima vez, trato por todos los medios de no faltar a la función, corría por aquellos momentos los tortuosos días de los ochenta, recién se había sucedido el éxodo del Mariel y los que tan valientemente nos habíamos quedado del lado de acá, gozábamos de la “libertad” que nos permitía esta acción heroica, por aquella época mantener relaciones con algún extranjero, no era considerado como ahora una bendición del cielo, se debía ser muy cuidadoso, pues una citación de la policía por “peligrosidad” siempre pendía sobre nuestras cabezas en fin maricon y jinetero, era cárcel segura mas aun que habían quedado casi vacías tras haberlas vaciado con el Mariel.
Me arriesgaba ya no a andar con un extranjero, conocía los peligros, pero si a ir a una función de ballet donde su sola mención hacia volver las cabezas de los cubanos con deje de desdén al asociarlo inmediatamente con la homosexualidad, todo el que frecuentaba este lugar, corría el riesgo de ser automáticamente señalado con el dedo, y por ese mismo motivo, las recogidas de gays en las calles se sucedían casi a diario, podías ir a prisión fácilmente por el simple echo de verte salir del teatro García Lorca.
Entre corriendo, suponía por la hora que ya había comenzado la función, saque mi entrada apresuradamente y cuando me disponía a continuar mi amanerada carrera, sentí que una chica me llamaba, (evidentemente era extranjera, nosotros los cubanos tenemos ese sexto sentido para descifrar estas cosas), llevaba puesto un enorme batón, y sus diminutas sandalias marcaban mas aun su pequeña estatura. Era seguida insistentemente por unos chicos que seguramente la querían jinetear, y al ella ver el teatro seguramente había visto los cielo abiertos, me pregunto que presentaban y cuando le dije que era Alicia y bailaba Carmen se mostro entusiasmada, al dar por terminada la conversación, le dije chao y le di la espalda para continuar mi interrumpida carrera, me llamo nuevamente y me dijo por favor espérame para ir contigo y miro con insistencia a los chicos que habían quedado en la parte de afuera del teatro,(mas bien pedía protección a gritos), al ella no tener dinero cubano para pagarse la entrad yo saque de mis exiguas reservas su entrada, me lo agradeció y entramos a la sala, ya estaba a oscuras, pero logramos encontrar un lugar en el pasillo del lateral derecho.
Comenzó la función, ella estaba maravillada, seguramente en su país no podría ni soñar con una función semejante, eran los pequeños privilegios que nos daba la revolución y el prejuicio.
La función fue realmente maravillosa, Alicia dio una noche como pocas veces la vi, solo recuerdo unas pocas ya mucho tiempo después donde hacia gala de su magnifico braceo en el adagio del segundo acto del lago de los cisnes y en su inigualable Giselle, pero nunca mas volvió a bailar Carmen, y supongo que mientras viva nadie mas podrá hacerlo, en eso se parecen mucho todos los grandes poderes de este país, el no permitir compartir con nadie las exclusivas de un acto aunque como en este caso ese ballet no fuese creado para ella; Charin hizo un toro memorable, quizás porque dejo un poco relegada  la prima ballerina assoluta, nunca mas se volvió a ver, ella no podía permitir que Charin recibiera mas aplausos que ella, eso evidentemente marco la relación entre ellas, lo que hizo que la prepotencia de la prima obligara a Charin y a otras bailarinas que se negaban al tolitarismo balleristico a emigrar del ballet nacional (algo nunca visto anteriormente en este país) y fundar una nueva compañía, la que a pesar del talón aplastante de la prima encima de ellas no corrió muy buen trecho y al poco tiempo desapareció.
Logro que algunas desertaran del país y tras una reunión a puertas cerradas con los restantes miembros de ese fallido intento de deserción donde Charin llevaba la voz cantante y quizás confiada en su fama en cuba y fuera de ella, se le permitió por primera vez poner sus condiciones para su reingreso en el cerrado monopolio de la institución mundialmente conocida.
Salimos del teatro una vez terminada la función y tras alternar con algunos conocidos de la gray, me dispuse a despedirme de mi acompañante, la que se había mantenido muy interesada en todo lo que allí sucedía y sobre todo de los comentarios que entre susurros y miradas furtivas llevábamos a cabo. No quiso dejarme partir de ninguna manera, me hizo acompañarla al Hotel Sevilla, un monumental edifico con marcada arquitectura morisca, donde se hospedaba, por aquella época yo aun no poseía mi personaje de extranjero que tantas puertas me abriría en el futuro, le explique todos los contratiempos que para mi significaba su compañía y ella al saberse de extrema izquierda y haber organizado el viaje a Cuba, se creía con derechos, con los que yo no podía contar, nos sentamos en el bar del Hotel y fui presentado a todos sus amigos de izquierda que habían venido con ella.
Querían conocerlo todo de cuba, yo no me arriesgaba a decirle toda la realidad nuestra, no le podía contar que aunque trabajáramos toda la vida no podríamos salir del país de turistas como ellos lo hacían, que nuestra moneda ya desde es época empezaba a perder su valor, al no poder adquirir con ella productos, que hoy reconozco que no eran mas que pura frivolidad, aun el dólar no se había convertido en el tirano total de nuestras vidas revolucionarias, donde tanto se había renegado de el, donde el poema de Nicolás Guillen “Tengo”
Cuando me veo y toco
yo, Juan sin Nada no más ayer,
y hoy Juan con Todo,
y hoy con todo,
vuelvo los ojos, miro,
me veo y toco
y me pregunto cómo ha podido ser.
Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de andar por mi país,
dueño de cuanto hay en él,
'mirando bien de cerca lo que antes
no tuve ni podía tener.
Zafra puedo decir,
monte puedo decir,
ciudad puedo decir,
ejercito decir,
ya míos para siempre y tuyos, nuestros,
y un ancho resplandor
de rayo, estrella, flor.
Tengo, vamos a ver,
tengo el gusto de ir
yo, campesino, obrero, gente simple,
tengo el gusto de ir
(es un ejemplo)
a un banco y hablar con el administrador, no en inglés,
no en señor,
sino decirle compañero come se dice en español.
Tengo, vamos a ver,
que siendo un negro
nadie me puede deterner
a la puerta de un dancing o de un bar.
O bien en la carpeta de un hotel
gritarme que no hay pieza,
una mínima pieza y no una pieza colossal,
una pequeña pieza donde yo pueda descansar.
Tengo, vamos a ver,
que no hay guardia rural
que me agarre y me encierre en un cuartel,
ni me arranque y me arroje de mi tierra
al medio del camino real.
Tengo que como tengo la tierra tengo el mar,
no country, no jailáif,
no tennis y no yacht,
sino de playa en playa y ola en ola,
gigante azul abierto democrático:
en fin, el mar.
Tengo, vamos a ver,
que ya aprendí a leer,
a contar,
tengo que ya aprendí a escribir
y a pensar
y a reir.
Tengo que ya tengo
donde trabajar
y ganar
lo que me tengo que comer.
Tengo, vamos a ver,
tengo lo que tenía que tener.
 deja ver ya su irrealidad, donde hoy en día es caso pecado mencionarlo, cuando en los actos pioneriles en las escuelas, donde hacían que los niños sudorosos con sus pañoletas rojas bajo el solo tropical les quemaba el cuello, en copia fiel de sus “compañeritos “ soviéticos recitar una y otra vez, este poema que se convertiría en todo un símbolo de lo que esta revolución primero le dio y luego le quito al pueblo cubano.
Tomamos algunos tragos, departí con ellos y les hice ver solo la parte buena de la revolución, me imagino justo lo que ellos querían oír, no les conté nada de la represión a los homosexuales, de las recogidas que se llevaban a cabo, de que en Coopelia diariamente paraban vehículos de la policía, y todo el que pareciera homosexual podría cumplir desde 6 meses hasta cuatro años de cárcel bajo el tirulo de Ostentación de la Homosexualidad ( como si la homosexualidad hubiera necesidad de ostentarla ), no les conté nada de que enviaban a fornidos y hermosos jóvenes militares a capturar a cuanta loca se le ocurriera mirarle a la bragueta, que en los carnavales era horrible lo que sucedía, que en las playas las locas al verse imposibilitadas de ir  los carnavales hacían sus propias carrozas soñadas y hasta elegían la reina del carnaval, que después terminaban en los calabozos embarrados de arena y de semen, pero felices de haber desfilado en su carnaval, que a pesar de todo nos reíamos, y que el ingenio siempre era superior a la represión, tampoco les conté nada de que en las fiestas de santos llega la policía y rompía los altares y se llevaban preso a cuanto santero estuviera por allí, no les conté nada de la “UMAP”, del Cordón de La Habana, de la vigilancia del CDR, de que si no ibas a los actos de repudio y a tirarle huevos a los que deseaban salir del país (en los mas leves de los casos porque como en todo hubo demasiados excesos), eras considerado uno de ello y recibías el mismo trato, tampoco les conté nada de que en las escuelas debías llenar unas planillas donde debías de hacer constar y bajo juramento que no tenias familiares en el extranjero, que no profesabas ninguna religión (execto la comunista) y que sobre todo eras de extracción humilde, estudiar una carrera era toda una oda a la mentira, quien en cuba no tenia un familiar en el extranjero?, quien al menos en momentos difíciles no invocaba a dios?, cuantos cuadros en las paredes cubanas no tenían por el frente la foto de Fidel, y por el reverso el sagrado corazón de Jesús, no les conté nada de eso y de otras cosas, solo decía que la educación y la salud eran gratuitas, que en cuba nadie se moría de hambre, (aunque nadie comiera lo que quisiera), una salud que en ese momento era bastante buena y a la que casi todos teníamos acceso, que teníamos una educación importada donde a veces no sabíamos nada de la historia de cuba, pero si hasta el color de los pelos del culo de Lenin, las obras completas de Marx y Engels que hoy día junto a todos los libros de Lenin se empolvan en las librerías y que en las escuelas se repetían año tras año irremediablemente, que aun hoy en día logro entender porque “la plusvalía es la piedra angular del capitalismo”, nos daban las frases echas para de esa misma manera fueran copiadas en los exámenes, que todos los niños debían promover de grado, pues si no bajaba el índice académico de la escuela, algo imposible para la dirección de las escuela y menos aun para el municipio de educación, que nos ponían una maestra que nos enseñaba el sonido de la”S” con la palabra “Cebolla”, que nos obligaban a estudiar ruso en las escuelas, que el ingles estuvo mucho tiempo desterrado del programa de estudio, tampoco dije nada de los barrios insalubres que también en la habana habían, no dije nada de nada. Pero días después y ya con la que si seria mi amiga en el futuro (la que abriría las puertas a otra vida), la lleve a conocer la habana de verdad, la que comió en mi casa, la que lleve al barrio del Fanguito, la que corrió conmigo delante de la policía en las recogidas de Coopelia, la que fue conmigo a las fiestas de santo, (donde nadie te preguntaba de donde venias), y a la que tuve que disfrazar de cubana para poderla llevar a un circulo de estudios del CDR que con tantas frecuencia se sucedían en nuestras cuadras, y a los que estamos prácticamente obligados a ir.
Lilian vivo conmigo los diez días mas reales de su vida, me despidió en plena esquina de coopelia (por aquella época hubiera sido una locura ir al aeropuerto y eso que los cubanos tenemos una fascinación casi sexual con ese lugar), entre abrazos y llantos, jurando volver pronto y no dejarnos de escribir ni aunque dios se opusiera.
Ella con su vida que se debía la lucha por los campesinos de su país y de una familia muy allegada a las altas esferas sociales y políticas en el Ecuador, había aprendido a camuflar sus deseos y sus costumbres, me enseño bastante como hacerme notar y como pasar inadvertido cuando era mi objetivo, me enseño a sin prejuicios sacar partido de la único vien que tenia a mano, mi cuerpo, me enseño maneras refinadas, que en este país jamás aprendería, y me enseño sobre todo a comportarme, todo esto me sirvió mas de lo que yo podía suponer en aquellos mis pocos años, el haberme dejado algo de dolares, que fui cambiando poco a poco y una pequeña reserva de ropa importada, deje de ser el niño mariquita del Reparto Dolores, y me inscribí en un pre universitario en la Víbora, algo que se logra cuando uno tiene 15 años y un cuerpo creado para inspirar las mas bajas pasiones, y se logra que cualquier jefe de cátedra (por supuesto solapadamente homosexual), callera rendido a mis reclamos, me dio la oportunidad de alternar con “algunos hijitos de papas” , que se les escapaban a los padres dirigentes comunistas e íbamos a pasear en yates con guardaespaldas que se quitaban la ropa a veces sin pedírselos, bebidas y comidas que ni en las diplotiendas había, poco a poco deje de interesarme en los hijitos y compañeritos de escuela y comencé a interesarme en los papas que por supuesto era mas riesgoso pero mucho mas provechoso.
Un día recibí una llamada telefónica de un hombre que me dijo ser tío de Lilian, que traía un encargo para mi, mi expectativa me mantuvo en vela casi toda la noche, (nadie que no halla vivido en cuba en estos tiempos y creo que en cualquier tiempo, no es capaz de imaginarse cuanto deseo, cuanta incertidumbre se teje tras el anuncio de la llegada de un paquete del extranjero); a la mañana siguiente fui a la dirección indicada, era en el reparto Siboney, donde estaba una gran parte de las exuberantes mansiones de los diplomáticos y dirigentes de este país, que fueron muy bien expropiadas a la salida casi a empujones de la burguesía cubana, realmente ahora esas viviendas habían pasado a las manos de otra burguesía pero esta vez la del “proletariado”, un poco menos refinada, pero con los mismos humos.
Llegue no sin antes haber tenido que coger infinidad de guaguas, aquello estaba diseñado como para que nadie que no tuviera carro pudiera llegar en nuestro mal trecho medio de transporte, era evidente que los que allí moraban todos tenían carro.
Me invito a entrar, era la primera vez que estaba dentro de la casa de un diplomático ( siempre solo las había visto desde afuera), jamás había imaginado tanta opulencia, y buen gusto, los adornos eran colocados en sus justos lugares, no era como en casa de mis amiguitos, “hijitos de papas”, donde era un amasijo de tecnología occidental, con arte decorativo. Allí todo ocupaba el lugar exacto, se respiraba buen gusto y espacio dejaba que la vista descansara suavemente sobre los objetos, por primera vez en mi vida vi una alfombra real en el piso, yo no sabia si pisarla o darle la vuelta, opte por lo segundo dejando ver mi inexperiencia, el tío de Lilian se sonrió invitándome a sentarme , me ofreció algo de tomar, le acepte un refresco, salió de la sala donde nos encontramos y regreso con un paquete en sus manos que reducía casi a cenizas mis expectativas, a los pocos instantes se apareció una sirviente como en la películas con cofia y todo, yo no sabia si hacer boquitas a la cámara imaginaria o hundirme cada vez mas en el sofá donde estaba sentado que era tan suave que podría vivir allí eternamente. Me extendió una bandeja donde había dos copas con refrescos
( imagino seria coca cola), pero lo peor no era eso sino que las copas traían debajo unas servilletas y yo no sabia que hacer con ellas, si dejarla en la bandeja o tomarla junto con la copa y al ser servido de primero no me dejaba la posibilidad de imitar a mi anfitrión. Opte por dejarla en la bandeja pero cuando levante la copa la servilleta estaba adherida a la copa, lo que para mi suerte me obligo a tomarla, me la intente poner automáticamente en las piernas pero al parecer el débil papel se había humedecido con el sudor de la copa. Al ver que mi acompáñate, se quedaba con la copa y la servilleta juntos sentí un gran alivio al no haber hecho el ridículo.
Conversamos un buen rato, me presento a su esposa y sus hijas y les hablo a ellos de mi, de mi amistad con su sobrina y de cuanto me agradecía ¿aun no se que¿. Me conto de su labor acá y de que los siguiera frecuentando, que su sobrina me recomendaba de mucha confianza y que esa seria el único vinculo con el mundo real cubano. Esto a mi me ponía en una situación muy difícil por los riesgos que me ocasionaba, mas aun que tenían un guardia de la seguridad del estado en una garita en la parte de afuera de la casa. Pero lo acepte ya que sabia los beneficios que también me acaería.
Tras departir un rato con ellos y haber conocida su “modesta mansión”, que se empeño en mostrarme, Salí de allí con mi pequeñísimo paquete bajo el brazo, las manos de ambos levantadas en señal de despedida y la mirada incrédula del guardia de la posta, me perdí de todos los contornos lo mas rápido que pude.
Seguí frecuentando aquel recinto de capitalismo, y a su vez me permitía frecuentar junto a ellos lugares que solo a los de su elite les estaba permitido. Pude practicar mis maneras que no eran tan refinadas como yo mismo pensaba y podía alternar con igual soltura que los demás amigos de mis amigos.
Generalmente los cubanos que alternaban con ellos se preguntaban ¿Quién era yo para encontrarme allí?, pero la sola presencia de mis protectores, echaba por tierra cualquier cuestionamiento sobre mi persona.
El tiempo de su estadía aquí fue realmente breve, al acontecer un cambio de gobierno en su país partieron de Cuba, no sin antes haberme dejado las puertas abiertas de los selectos círculos diplomáticos del país.
Al ya no contar con la protección directa de mis amigos creí prudente reducir al mínimo mis incursiones en ese mundo y tan solo nos encontrábamos en las funciones de Ballet, La Opera, Cualquier Festival Internacional, (como el de cine), y en alguna que otra invitación que me permitía ir, ya no tenia auto diplomático donde salir de ciertos lugares que de andar a pie hubiera sido detenido automáticamente, ellos siempre me sacaban de los lugares y me dejaban en alguna parada de guagua distante del lugar de donde veníamos, tampoco tenia ahora quien pagara mis cuentas en dólares, pues yo no me atrevía a tanto como tenerlos encima.
Me dedique a cultivar y hacer estas pequeñas excursiones, pero el buen vivir a veces ciega los sentidos, me dejaba seducir por ciertas personalidades que me mantenían en un status bastante cómodo, aunque a veces dejaba de lado estos personajillos y me iba a jinetear con mis amigas putas que solo andaban con extranjeros, ahí nos divertíamos como locos de lo atrevidos que a veces éramos, ya tenia bastante incorporada la imagen de extranjero y eso facilitaba mucho las cosas, entrabamos a los cabarets de la habana, en ese tiempo aun el peso valía algo, con 20 dólares que cambiábamos podíamos comernos media habana, se empataban con los extranjeros que nosotros llamábamos los “yumas” ( pues eran simples turistas, nada de diplomáticos renombrados), teníamos un taxista alquilado diario que nos llevaba a todos lados y claro era muy bien pagado, así teníamos la huida garantizada en caso de ser necesario, gracias a eso un día no fuimos a la cárcel, estábamos con unos italianos algunas putas y yo en un bar llamado “Los Violines” y se dio la voz que había llegado la policía, nos lanzamos por la ventana del bar, salimos corriendo por el costado del lugar cuando la policía entraba por la puerta principal, lo mas simpático era el repiquetear de los tacones de aquella puta que con el pelo enmarañado y llenos de fango,( porque habíamos caído justo encima de un fanguero) hasta las narices corrimos desenfrenadamente hasta la esquina donde nuestro taxista nos esperaba. Otra vez conocimos a otros extranjeros y tras hacer las compras correspondientes en la diplotienda de 5ta y 42, no podían entrar al hotel porque estaba fuertemente custodiado y subieron por un árbol que había junto a la pared que daba directamente en el piso de los pretendientes de mis amigas, (lo que somos capaces de hacer los cubanos nadie se lo imagina), aquellas putas subiendo a gatas por aquel árbol era tan irreal que Fellini se hubiera quedado visco al verlo,
Después arriba en un segundo piso dejar los paquetes amarrados al árbol por si llegaba la policía escapar siempre llevándonos nuestros obsequios. Para todos los extranjeros yo era el primo de esas chicas, de haber sido cierto y ni se cuantas primas tendría en una familia tan prolifera, en realidad lo único que hacia era ayudarlas a entrar a lo hoteles y ayudarlas a conseguir los tipos, pues a los seguridad del hotel (que siempre son segurosos) al verlas con un tipo que parecía extranjero ya no se acercaban.
Por momentos me apartaba algo de mis simpáticas amigas que tantos buenos momentos me hacían pasar para volver a alternar con el medio que me había inventado, mis amigas me daban muy buenos momentos, pero las ganancias eran mínimas, a no ser cuando algunas veces yo mismo me empataba con algún viejo extranjero que dejaba buenas ganancias y ahí me pasaba una semana comiendo bien y durmiendo en aire acondicionado, además tenia que pensar que no debía señalarme demasiado, y perder como decimos aquí “güiro, calabaza y miel”; la cosa se fue definitivamente de las manos y recibí un aviso de antiguo amante que trabajaba en la “KGB”(así se le decía a la Seguridad del Estado), que a mis amigas les quedaba poco tiempo en la calle, les advertí y me retire definitivamente, poco tiempo después fueron encausadas y prisioneras, nunca les preguntaron por mi, aun les agradezco que no me hubieran delatado, tiempo después fui a casa de Yaneth a llevarle algunas cosas a la mama de ella y a su niña que tras haberla encarcelado a ella quedaban sin sustento alguno y la mama me conto que la habían acusado hasta de trabajar para la inteligencia militar mejicana, que cosa tan estúpida si esa puta ( así le decíamos los gays en cuba a las mujeres que eran amigas de los gays, aunque en este caso era doblemente cierto), lo único que sabia hacer estaba en la parte baja de su cuerpo), en fin las sentenciaron a seis años por lo que habían echo y por lo que no habían echo también.
Para esa época ya era conocido dentro del circulo de gays que frecuentaban las actividades culturales y tenían el monopolio de entrabas palcos y cuanta mariconada existiera en el mundo del espectáculo, las épocas florecientes eran las del Festival Internacional de Ballet, donde no había loca por todo el mundo que se respetara que acá no viniera, en realidad tenia mucho trabajo en esa época para decirlo de alguna manera, no alcanzaba ni a pedacitos, y gracias a un amigo mío que tenia sobornado a todos los taquilleros de los principales teatros de la ciudad, tenia asiento fijo en su palco de la derecha, algunas veces me mandaban ellos mensajes con algún conocido y cuando no los intermedios era el momento mas deseado de las funciones, porque eran las delicias para los fletes, poder fletear abiertamente sin temor de la policía era lo máximo que se podía soñar 
(Alicia jamás hubiera permitido policías dentro del teatro), mas aun para conocer extranjeros. continuara...

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