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sábado, 29 de enero de 2011

Camagüey, un viaje para recordar

Camagüey.
 Salimos de aquí a eso de las cinco de la tarde en un día, bueno en un día como todos los demás, íbamos cargados, con un gusano enorme y dos maletines mas; llevábamos ropa como si fuéramos a estar meses y solo estaríamos por un fin de semana, el día anterior nos había llamado Amalia desde Camagüey y nos había dicho que todo estaba resuelto, en este país incluye desde hotel hasta pasajes, nos aseguraron que el hotel nos estaba esperando y que teníamos hasta los pasajes de regreso en avión. Me decidí casi al momento igual que Roly; empezamos a hacer los preparativos, iríamos preparados contra cualquier contingencia, las locas somos así; Íbamos apertrechados hasta los dientes, todo el mundo aquí sabe lo que significa llevar desde jabónde baño hasta papel sanitario, en un país donde nos bañamos con una naranja partida en dos y nos limpiamos el culo con el periódico “Granma” sin contar las frivolidades que denotan nuestra naturaleza.
Llevar espuma de afeitar, shampo, acondicionador y toda una serie de productos occidentales unida a una larga colección de ropa (ni que fuéramos a cumplir 15 años y tuviéramos que cambiarnos a cada paso), denotaba nuestra insistencia en la frivolidad.
A pesar de todo esto iba equipado con buena cantidad de dinero, quince dólares que en cuba significaba bastante, previa que si algún contratiempo acontecía, siempre habría dinero para arreglos y que todo saliera bien, era mi primera salida solo fuera de la habana, siempre había salido con el y nada mas que había llegado hasta varadero. Llegar a Camagüey y solo significaba mi escape, al no poderme ir del país, al menos me iba de la habana, necesitaba esta fuga, este escape de mi realidad, de mi constante monotonía.
Cargados como camellos, llegamos no sin muchos contratiempos a la terminal de trenes, por supuesto, por ser el más grande me toco el enorme gusano, pero en fin me había propuesto no protestar ante nada. Heroicamente cargue el gusano sin chistar. Llegamos y no habíamos visto a José Luis, el cual al rato llego.
No se vislumbraba la posibilidad de obtener los pasajes, y Roly armándose del personaje de macho, fue en busca de ellos, su padre es un alto funcionario en los ferrocarriles y6 eso siempre ayuda, después de esperar más de una hora en la que “la representanta” y yo ya no teníamos de que hablar. Llego Roly sudorosa.- niñas póngase machos que papi nos resolvió los pasajes- todos nos echamos a reír y nos fuimos al anden.
El padre de Roly nos dio los pasajes, no sin antes echarnos una mirada inquisidora, y pudimos montar al tren en el coche seis, la ferromoza, algo seria, nos indico nuestros asientos, por suerte los tres juntos, no se imaginan lo que significa tres locas juntas, solas y desinhibidas, no quiero decir que seamos locas de carrozas, pero bueno siempre se destaca, nos reíamos de la gente, lo que a su vez se reían de nosotros y mas aun del personaje de Roly.
Esa loca haciendo de macho es la peor caracterización de ella misma, nos acomodamos en nuestros duros asientos, no sin antes haber guardado el enorme gusano en una parrilla metálica que estaba pegada al techo. Antes situamos los pomos con agua, los embases plásticos con comida, llevábamos arroz con hamburguesas (por supuesto de picadillo de soya), ya es el único picadillo que conocemos y diez panes que compramos en bolsa negra, cuando dije que íbamos equipadas hasta los dientes no era por gusto, nos propusimos que nada nos atormentaría.
Sabíamos que en los trenes no hay ni agua, ni nada de comer, ni, luz y pasarse doce horas en un tren sin ninguna de estas comodidades ya es demasiado y como locas preparadas lo previmos todo. La ferromoza comenzó a vender unos numeritos para hacer una rifa, le compramos cuatro números del veinte al veinticuatro, era todo muy entretenido y pintoresco al menos para mi, ya saliendo de la habana se efectuó la rifa y nos sacamos con el veinticuatro, paloma en la charada, el dichoso plato de yeso pintado que era todo un atentado contra el bueno gusto, propuse usarlo como diana de un tiro al blanco, pero las otras propusieron llevársela de regreso a Amalia, lo firmamos haciéndole una dedicatoria y quedamos encantados.
El tren continuaba su marcha era mas el tiempo parado que en movimiento, ya habíamos hablado de casi todo y nos comenzábamos a aburrir y unas locas aburridas puede ser algo muy “peligroso”, se nos ocurrió jugar a las cartas y sobre las cajas de las cintas, pues Roly es la cantante,(el principal motivo por lo que íbamos a Camagüey era por un recital que iba a dar en esa ciudad), un debó prever a que se referían.
Comenzamos un entretenido juego de cartas y ante las miradas asombradas de los otros pasajeros, nos secábamos el sudor, haciendo la mayor indiferencia hacia ellos y el calor.
Cuando en este país haces algo que las demás personas no están acostumbradas a ver o que se sabe que existe aunque no se practique inmediatamente eres blanco de miradas y comentarios, había que mantener una rigurosa postura y forma de vestir especifica para ser aceptados por la mayoría y no destacarse a lo que nos revelábamos desenfrenadamente.
Rápidamente se fue haciendo de noche por lo que tuvimos que guardar las cartas y comenzar a conversar nuevamente, mirando lo poco que se podía ver hacia afuera.
El tren paraba en algunos pueblos y las personas inmediatamente se acercaban a vender cualquier tipo de productos comestibles, piñas, mangos, naranjas, cebolla, ajo y cosas deficitarias en mayor cuantía en la ciudad, no compramos nada pues pensamos que en Camagüey se conseguiría todo y mas barato por ser una provincia mas alejada, finalmente se puso todo obscuro dentro del tren, no llevaba luces ninguna pos supuesto.
Fijamos nuestra cena para las once de la noche, habíamos venido comiendo pan en todo el trayecto y no teníamos casi hambre, no es fácil ver como la gente se desespera dentro de esa caja de muertos de hierro donde nos encontrábamos, asinados con el calor, el hambre , la falta de agua y el hedor que emanaba de los baños, es espantoso como todo el mundo mantiene un silencio totalmente estoico, veíamos a varios hombres que iban para el baño y no regresaban, a esas alturas o había una gran orgia dentro del minúsculo baño o se lanzaban por la ventanilla, logramos averiguar que era lo primero al Roly ir a experimentar y no regresar hasta dentro de un buen rato oliendo a mierda y con una sonrisa en la cara, no hubo necesidad de explicación ya estaba confirmada la duda, era una gran bacanal , bueno también no había mas nada que hacer en ese tren y el tramo era largo.
Sacamos todo nuestro aparataje alimentario sobre las once a luz de la fosforera comimos ya sin sonrisas y con mayor dureza en los rostros, el cansancio unido a las cosas desagradables que veíamos nos quitaban la alegría unido a que las hamburguesas de “lombrices” (aquí la gente dice que las hacen de lombrices), ya estaban agrias, así que o no las comíamos o pasábamos la noche en blanco, así que comimos sin hablar.
Esperábamos la madrugada con verdadera expectativa, se especulaba mucho sobre las orgias gays de los guajiros tapados de los trenes, pero al final no vimos nada o no salimos a buscarlo estábamos demasiado cansados y no andábamos ni a mitad de camino.
Muchas personas se dedicaban al comercio ilícito en este país, (conocimos a una pareja gay), que llevaban un año de relaciones y se arriesgaban en hacer estas actividades para tratar de comprarse un cuarto donde vivir, lo que tampoco se podía hacer, pero bueno así funcionan las cosas aquí, ellos traían a la habana, queso y huevos (nadie se imagina lo difícil que es trasportar huevos para el contrabando sin que se rompan en el intento) y los vendían, luego llevaban a Camagüey, chicharos(granos en abundancia en la habana), pero escaso en las provincias. Así iban llenos de regreso y no perdían el viaje, en bolsa negra todo se comercia o se vende, la necesidad impone y como seres humanos que somos nos aburrimos de las cosas en demasía, en la habana  llevaban como seis meses dando por la libreta solo chicharos, cuando la cogieron con dar frijoles colorados, eran todos los meses, por aquella época trasmitían una telenovela donde la protagonista medio boba repetía diariamente.-niña mira tu novio- y el cubano con su humor natural bautizo al arroz con frijoles colorados “niña mira tu novio”.
Ya todos los temas posibles de conversación permitidos habían sido agotados y como de política no se puede hablar a no ser para alabar al gobierno, nos sentamos unos frentes a otros tratando de mirarnos, cosa que solo se lograba por momentos, cuando algún destello de luz entraba por las ventanas.
Nos quedábamos medio dormidos por momentos, era lo mejor que nos podía pasar en aquella situación tan desagradable, nos despertamos una vez, eran como las cinco de la mañana, preguntamos si faltaba mucho para Camagüey, nos contestaron que no por lo que decidimos comenzar a arreglarnos, no podíamos permitirnos el hacer nuestra entrada triunfal en tan ilustre ciudad hechas unas “brujas”, sacamos a la luz de la fosforera (que nos hubiéramos echo sin ella), todo el aparataje para lavarnos los dientes, (con pasta perla), la cara y arreglarnos el pelo, a falta de espejo y la falta de luz, solo podíamos guiarnos por lo que nos indicaba el que nos quedaba de frente, por lo que la representanta, tuvo que guiarnos a Roly y a mi , mientras nosotros éramos dos para ella sola, terminamos con aquel despliegue de aseo, nos dispusimos a esperar la llegada a la ciudad de los tinajones, ya amanecía cuando volvimos a preguntar y nos dijeron que aun faltaban tres pueblos mas, evidentemente o nos habían mentido o habíamos escuchado mal, cuando logramos vernos ya con las luces de la aurora, nos dimos cuenta que estábamos espantosos, manchados de pasta de diente, el pelo arrebolado , en fin horribles, todo lo habíamos echo mal, por lo que tuvimos que arreglarnos nuevamente, pero esta vez quedamos frescas como lechugas, (conozco la frase pero se me a olvidado el vegetal de tanto tiempo que no entra al agro), eso si con un aliento envidiable.
Finalmente llegamos a la ya no tan lejana ciudad, nos bajamos del tren y caminamos hacia un sentido y hacia el otro, no encontrábamos a Amalia; seria posible que no hubiera ido a esperarnos?; se entendía que no asistiera la banda infantil y el coro de niños cantores del “tinajón divino”, por aquello del periodo especial, pero ella si debía estar allí, decidimos seguir a la gente y cuando íbamos saliendo del interminable anden, por fin la vimos, aquella tortillera resplandecía dentro de aquella muchedumbre, el alma nos volvía al cuerpo.  
Nos abrazamos y nos besamos como si hiciera años que no nos viéramos, tras los saludados de siempre, preguntamos que haríamos, primero ir a un buro de reservaciones que se suponía hicieran en esa ciudad y tras tomar un che con caballo, la primera experiencia en ese lugar; íbamos divinas, parecíamos damas de finales de siglo, lo único que nos faltaban eran los abanicos, cosa que Roly logro días después al ir acompañado de unas señoras de edad que llevaban uno y fingiéndose asmático le pidió prestado el abanico, para finalmente sentirse realizada en aquella ciudad.
Llegamos al lugar donde se detenían los coches, no podían continuar más allá, al preguntar cuanto le debíamos y contestarnos que cuarenta pesos, diez pesos por cada uno, nos quedamos anonadados y con un triunfal:
-        Las deudas se pagan no se discuten- saque el dinero del bolsillo y le pague, por supuesto jamás nos volveríamos a tomar otro aunque se nos cayeran las piernas de tanto caminar, por cierto las distancias en Camagüey eran extremas, para un entrenamiento de maratonista de fondo, no tenia desperdicio aquel lugar. A todas estas yo no había chocado con ninguno de los famosos tinajones, seria que los habían usado para hacer refugios?, en este país y con esta furia de hacer refugios para las invasiones de los americanos que nunca llegan , cualquier cosa es posible.
Nos sentamos en la entrada de l buro de reservaciones, a todas estas pensaba que simplemente habíamos ido allí a confirmar lo que ya teníamos, aquello parecía tan real que ni por un  momento me tome la libertad de aplicar mi regular fatalismo de dudarlo todo, pero al preguntar que hotel teníamos reservado y recibir la respuesta que ninguno, me sentí desmayar, que carajo hacia yo en aquella ciudad perdida en lo mas recóndito de este puñetero país sin tener donde carajo poner el culo.
Me arme de todo mi valor, y me enfrasque en contemplar todo aquello, era una bonita plaza típica del colonialismo español, que contrastaba desafortunadamente con unas recientes construcciones tipo soviéticas), que contrastaba desafortunadamente con unas recientes construcciones que deslucían todo el lugar; en los pequeños bancos habían sentadas algunas parejas que sino llega a ser por Roly, jamás hubiera notado que eran lesbianas, jamás había visto tanta “fortaleza”, unas (porque habían dos parejas), eran unas alegres jovencitas con tanta gangarrias y féferes que se podían llevar, cargadas de maquillaje que parecían unas “puertas chinas”, todo desentonaba con lo temprano de la mañana, pero evidentemente querían realzar su femineidad, pero las que las acompañaban no asimilaban ningún tipo de descripción, eran sencillamente “hombres”, todo en sus ropas así lo demostraba, sus modales, hasta los peinados que llevaban, solo desentonaba con todo aquello sus senos que a pesar de sus esfuerzos se empeñaban en sobresalir, mi cara era seguramente tanto asombro y mi vista tan fija que Amalia, me llamo la atención, temiendo quizás una respuesta de parte de ellas, realmente no me había quedado así a propósito, no me había dado, cuenta, en realidad suelo ser muy despistado y me quedo mirando fijamente sin darme cuenta.
Finalmente llegaron las “compañeritas”, que atienden el buro de reservaciones, que con una sonrisa de oreja a oreja nos dijo que jamás encontraríamos alojamiento, a pesar de un pequeño “obsequio”, que le había dado a una de ellas, la que me invito a que la visitara mas tarde a ver que podía hacer.
Decidimos irnos para la casa de Amalia donde nos esperaban, tras caminar toneladas de cuadras las que parecían no tener fin, llegamos finalmente a su casa, fuimos muy bien recibidos, lo principal al menos para mi era darme una buena ducha, tras besar a toda la familia, también al perro. Desbaratar nuestro pesado equipaje y obsequiar el “hermoso plato”, que nosotros mismos colocamos en la pared y que allí mismo debe seguir, nos dispusimos a bañarnos, pero no había agua en la ducha, como ciertamente me sentía en mi casa, decidí que me pusieran agua a calentar par bañarme con un cubo y el consabido jarrito, una vez todo listo me llamaron para que me fuera a bañar, salí del cuarto con todo aquel aparataje de aseo personal que llevaba, entre al baño y tras disponerlo todo me decidí a entrar a la poseta donde uno se baña, pero al ver el agua dentro del cubo me quede petrificado, el agua era realmente amarilla, o no sabia determinar bien el color y a un grito de – amaliaaaa- , Salí de allí despavorido. Entre risas me explicaron que el agua de allí era así, que no podía hacer nada, que la de tomar si no lo era, porque ellos compraban agua a un señor que la vendía de un manantial, pero que en toda aquella desafortunada ciudad, siempre la encontraría así, lo que no dejo de ser verdad a los días de estar allí verla un una pizzería convertida en hielo, no me había equivocado era realmente amarilla; y rebasaba todos los limites de mi amplia imaginación.
Después de darme aquel baño, ya con menos alegrías y euforias salí de allí con una sonrisa angelical, aunque mi conciencia opinara otra cosa, la amabilidad con que nos trataban era tanta, que echaba por tierra cualquier percance que allí pudiera tener, me sentía realmente bien en aquella casa.
Tras habernos bañados y desayunados todos, salimos a hacer nuestra primera incursión por la ciudad, todo me parecía interesante o al menos me lo trataba de creer, lo contrario jamás lo diría, caminamos como dementes, me llevaron a tantos lugares que me sentía desfallecer, ya para esa hora todas las casas se me parecían y las iglesias creía que no había salido de la misma desde que empecé este largo viaje.
Finalmente recalamos en la casa de la cultura donde mi amiga, daría su recital, al fi un asiento, un delicioso espacio donde dejar caer nuestras extenuadas nalgas, un espacio de espuma de goma forrada con vinyl que nos pondría el culo a sudar, pero por fin una silla?;quizás habría agua?, no, nos dieron ni tan siquiera un baso de agua.
Pero estábamos alegremente en Camagüey,( esta frase me la repetía a cada momento para no caer en una total depresión e ir a acostarme en la línea del tren en el que habíamos venido y esperar pacientemente que en algún momento quisiera pasarme por enzima y que además no fuera tan despacio como para que pudiera parar, pero no puedo seguir divagando con mis anhelos tengo que contar una historia); salimos de allí tras dejar ultimados los detalles del espectáculo y la seguridad de un hotel al día siguiente. Esperábamos la noche con franca expectativa, se nos había hablado de los hermosos gays de Camagüey, pero aun no habíamos visto ninguno, pero manteníamos las esperanzas. Al fin llego la noche con todo su halo de penumbras y deseos mal reprimidos, nos arreglamos lo mejor que pudimos, estábamos como para que nos comieran vivos, cosas que pensábamos dejar que nos hicieran sin la mayor resistencia. Amalia nos llevo a un parque por el que me parecía ya habíamos pasado mas de una vez, de ahí se suponía iríamos a una fiesta , nos sentamos allí con nuestras cabezas moviéndolas tan constante  y ambas direcciones que parecíamos ventiladores rusos, ( de esos blanquitos chiquiticos que venían dentro de los refrigeradores y que te vendían por meritos en las asambleas del trabajo , si de esos mismos), al fin comenzaban a llegar nuestros futuros pretendientes, todos nos saludaban y éramos presentados por ella, la que los conocía a todos,(será que los tenia censados, en este país y con  lo serio que se lo toma el CDR, no lo dudaría), aun no veíamos los hermosos gays, pero la noche aun era joven.
El tiempo pasaba y las locas llegaban, era una horda de locas estúpidas y simples que no tenían absolutamente nada de que hablar, tomaban ron como alambiques en celo y pajareaban a mas no poder, y cantaban hasta canciones inventadas por ellos que se me antojaban bastante simpáticas, como aquella que le había escrito una de ellas a los carros de la policía que pasaba constantemente, encendía los focos temblábamos un poco y seguía( luego supimos que los policías eran mujeres de algunas de ellas), así que ya a estas alturas quedaban dos opciones o ir preso una vez mas por maricon o estar custodiado , contra ladrones y abusadores de gays, en fin la canción decía algo así como “brigada especial, brigada especial, para acabar con la tranquilidad”, me parecía que habíamos retrocedido en el tiempo, que estábamos a principios de los ochenta, tuve las mismas sensaciones, había que reaccionar, que la persecución aun no había terminado, ni terminaría en este país.
Ya a estas alturas estaba convencido que la policía solo estaba consiguiendo gasolina para poder traerse un par de guaguas y cargar con aquel plumífero parque, pero a pesar de todo aquello seguían llegando locas, aquella en vez de ser la ciudad de los tinajones, debería ser la ciudad de los maricones, como era posible que hubiera tantos en tan pocos metros cuadrados, y la fiesta que no aparecía por ninguna parte todos tomaban ron, o lo que decían ron un liquido extraño mal oliente y que te bajaba por la garganta como un rio de lava ardiendo, creo que se llamaba “chispaetren” o algo así la verdad que no duraría que fuera algún liquido inventado o destilado que salía de ese monstruo de metal infernal que nos había llevado a ese recóndito lugar.
Por fin decidimos preguntar por la fiesta, porque quería irme, no quería ni una temporadita mas prisionero por maricony me imagino que tan lejos de la ciudad seria mucho peor al menos por lo que veía allí. Y al recibir la negativa colmada de justificaciones decidimos irnos finalmente, para ellos era de lo mas divertido pero al menos para mi aquello era tan remoto, vivido y lamentable que no quiera seguir viviéndolo nuevamente, por fin salimos de allí dejando aquellas locas hablando y soñando con vergas y trapos unión un poco rara pero, ya podía esperar cualquier cosa, fuimos hasta casa de Amalia, donde nos acostamos adelante del ventilador echo con el motor de la lavadora que iba caminando solo y al ir rotando y andando terminaba parándome varias veces para traerlo de vuelta y quedar de frente y me echara un poco de aire, esperamos que el nuevo día trajera algo mejor.
Desperté empapado en sudor y con el ajetreo en la cocina, pero no me levante, escuchaba voces extrañas que no conocía, seguramente serian los esposos que se preparaban para irse a trabajar, por lo que espere que se vaciara un poco aquella urbe de gente dentro de aquella inmensa casa, probablemente me volví a dormir y desperté nuevamente con un agrio sol que entraba por la ventana.
Me levante haciendo notar que ya me había despertado, di los buenos días y me fui al baño a lavarme, me senté luego en la sala a esperar que los demás despertaran, mi mente empezó a vagar y a cuestionarme que yo hacia allí,(evidentemente quedaban respondidas todas las preguntas porque los cubanos lo único que hacían era tomar ron y singar, no había mas nada que hacer);Si era necesario?. Que representaba esta huida y sobre todo si valía la pena?. Evidentemente las expectativas habían sido mayores que lo que habíamos encontrado, pero estaba montado en ese tren, y no había nada que hacer o seguir en el o regresar a lo que me negaba rotundamente para no aceptar tan rápidamente mi derrota.
Los demás comenzaron a despertar y la casa a desperezarse de un sueño prolongado, quizás apoyado por tanto liquido embriagante de la noche anterior, la vida tomaba nuevos aires, salimos a la “candonga” que había en la esquina y compramos tamales para desayunar, tras hacerlo y vestirnos salimos nuevamente a la calle, la aventura continuaba.
Me sentía mucho mejor, comencé a fijarme en los pequeños detalles, las calles estaban asombrosamente limpias, (ya hubiera querido la habana para un 26 de julio), en este periodo especial inventado por nuestro centenario líder una vez que los rusos nos quitaron la teta de donde se chupaba esa leche endolarizada que nos tenia medios gorditos, todo estaba casi recién pintado o al menos recién fregado, seria esta la misma ciudad que había visto o mejor que no había visto el día anterior, “el bulevar”(aquí cierran una calle y le ponen ese nombre tan pomposo), arteria indiscutible de aquella ciudad se me antojaba ahora como recién echo, las tiendas se arreglaban rápidamente y con recursos desconocidos y cambiaban los nombrecitos al ingles a una velocidad pasmosa, la necesidad imperante de cuanto dólar llegara a la isla la tenia que conseguir el gobierno a como diera lugar, nos llegamos al hotel y todavía nada, pero no desalentamos, llegamos a la casa de la cultura donde un nuevo aire se le daba a todo aquello, nuestro parco ministro nos visitaría, lo que estimulaba a todas aquellas locas a correr desenfrenadamente para tratar de arreglar aquel destartalado lugar el que evidentemente no tendrían ningún ingreso en dólares, así que el gobierno no se molestaba en arreglarlo.
Después de las opiniones un poco de todos y mucho corretear y pedir prestado a todas las viejas de la ciudad, desde adornos hasta alfombras todo quedo bastante bien decorado, como se decía por estos tiempos “hacer mas con menos”, en este caso era hacer algo sin nada, pero allá vamos, por algo somos la parte mas imaginativa de la sociedad, salimos a almorzar a la pizzería ya que nos habían dado un bono para poder entrar, y me hablaron maravillas de allí, ya no me creía nada de lo que me decían y a todo asentía , si que genial, llegamos y tras cambiarnos detrás de una columna con el mayor desenfado, porque a mi no me dejaban entrar en camiseta , así que ella se puso mi camiseta y yo su pulóver así que quedamos “travestidos” en pocos segundos, no obstante el bono nos toco sobornar al capitán para poder entrar por la módica suma de treinta pesos algo que me pareció muy barato, después comprendería por que?.
Entramos y nos sentaron en una mesa al fondo, evidentemente esa era la que estaba destinada para los colados, el lugar era espantoso, pero el hambre lo era mas, los tamales con agua del desayuno nos había dado una acides horrible en el estomago.
Nos sirvieron el agua, ahí fue donde vi convertida en hielo y si era realmente amarilla, parecia un puñetero duro frio de mantecado, lo que superaba cualquier fantasía mía, a lo que me negué rotundamente  tomarla, pedimos jugo de mango que aunque sabia era echo con la misma agua y estar disuelta con el ¿mango?. Bueno en fin pedimos todo lo que había y nos tocaba, aquí todo es racionado y para comer algo nuevamente debía de ser nuevamente sobornado esta vez la dependienta que mas bien parecía domadora de leones que otra cosa por el fuerte olor que despedía y sus modales estaba negada a aceptar las donaciones cosa que después agradecí.
Nos trajeron unos espaguetis, pero no, no podían serlo!, eran como un vomitivo gris en forma de fideos mal olientes, era espantoso a la vista y al paladar, eso se negaba a dejarse tragar era como una masa engominada que no había manera de hacerla bajar ni empujones de jugo de ¿mango¿, tras dejarlo después de varios intentos, los demás se lo comieron encantados, aunque Amalia se resistía algo por lo que no termino, al poco rato llegaron las pizas, bueno aquello realmente parecían pizzas, aunque seguían siendo grises, evidentemente era la harina que venia por esos lugares, esta si se pudo tragar aunque no completa, (será por eso que por aquella época mantenía aquella figura envidiable), después de todo había que comer algo, porque donde sino, después nos trajeron unas especies de panetelas que nunca sabré si eran comestibles o paletas para mesclar cemento, tras degustar toda aquella profusión de nueva tecnología alimentaria estilo periodo especial, salimos sonrientes de allí, no sin antes apretar la mano del capital y dejarle los treinta pesos, invitarlo al concierto y jurar que volveríamos nuevamente. El comería aquella comida?, no lo creo al ver el botón de su saco que quería saltar y sacarle un ojo a cualquier atrevido que intentara preguntárselo.
Nos fuimos nuevamente al hotel donde ya nos tenían la habitación, era una reducida,! pero al máximo!, con una sola cama y un ventilador amarrado con una cadena y aquella agua amarilla que brotaba por todas partes y corría alegremente por dentro del cuarto, lo que nos hacia poseedores de un manantial particular, que alegre nos sentíamos allí, hasta podríamos colgarnos del techo, ( si porque aparte de no caber ahí dentro las bigas del techo estaba afuera y era muy fácil amarar las sabanas de allí como si fueran hamacas) y cual juglar declamar sonadas canciones al pie del riachuelo, que hermoso era todo aquello. No quería ni pensar como nos haríamos a la hora de dormir, ¿a quien le tocaría la proximidad del rio¿ porque a estas alturas Roly aun no había cantado y ya tenia aires de diva.
Tras trasladar parte de nuestro equipaje allí, me negaba rotundamente a llevarlo todo con nosotros, no sabíamos lo que podía acontecer y en el mejor de los casos se empaparía de tan misterioso liquido. Nos bañamos y salimos tempranito para el ensayo, no sin antes haber pegado por todo el boulevard los posters de ROLY EN CONCIRTO; gracias a los simpáticos compañeritos de la pizzería que nos habían donado un poco de esa harina gris para hacer el pegamento, que quedo estupendo, y con un color envidiable, y como engrudo era genial.
El ensayo fue delicioso, grito y pateo todo lo que quiso, Roly estaba muy alterado con las pobres compañeritas de la cultura de la ciudad, que tanto empeño habían puesto, pero era que nada salía como debía de ser pero tras algunos “ataquitos” de la estrella y unas cuantas tazas de tilo que casi se mea en el escenario, todo había mas o menos quedado solucionado, evidentemente le tenia fobia a la luz verde,(parecía la historia de la “masucamba” de Moraima Olvera), no había celofán amarillo, ni rojo así que ingeniosamente pedimos un pedazo de nailon y lo teñimos con bijol y el otro con rojo aseptil, así que quedo amarillo uno y rojo el otro, ahora faltaba ver lo que duraba cuando le diera el calor del foco, eso era rezando que hubiera luz en la noche, y para ese menester tenían a unas cuantas beatas de rodillas rezando al santo patrono de los apagones para que no se fuera la luz.
Salimos y logramos comprar un nuevo jabón en la única tienda de dólares que había allí porque la estrella no podía ir nuevamente oliendo a naranja agria que era con lo que solíamos bañarnos, (no tuve corazón de quitarle a la mama de Amalia el que habíamos traído y que había quedado tan contenta al tenerlo en su baño bajo la aclaración de solo una pasadita , nada de espumarajos), tras bañarnos nuevamente y comer en el hotel , la comida no era tan mala si tenemos en cuenta la de la pizzería, que siempre se llevaría la estatuilla de lo peor.
Nos cambiamos nuevamente de ropa, pero esta vez ya iba por tres colecciones distintas, si seguíamos así tendría que mandar a pedir mas a la habana y yo que pensaba que había traído demasiada.
Llegamos nuevamente al improvisado escenario, (esa cualidad si tienen todas las provincias en este país que las unifica, que todo da la impresión que es realmente improvisado), ya era de noche, llevaba dos días allí y ¿los tinajones, donde estaban?, aunque no me atrevía a preguntar por no pecar de indiscreto, ya habían llegado algunos espectadores por lo que nos encerramos en el “improvisado” camerino, sudábamos a mares ¡que calor!, no había maquillaje que allí resistiera y lo que me esperaba no era fácil, pues harían un desfile de modas y me tocaba a mi convertir en princesas a todas aquellas brujas camagüeyanas, desee escapar, pero el director de aquello, quizás leyéndomelo en la cara, no me dejo salir del camerino, tras promesa de buscarnos un ventilador.
Tras terminar aquel esfuerzo mefistofélico, gracias a dios todo fue roseado con unas cervezas muy frías que no se de donde salieron, pero que engullía con total voracidad, por lo que las ultimas modelos ya salían con las pestañas de lado y el colorete tan subido que precia que le habían entrado a galletas, pero daba igual si con esas luces ni se iban a notar.
Se sabia que había echo lo humanamente posible, yo no hacia milagros, me dedique  ver lo que restaba de aquel “improvisado” espectáculo, para ser improvisado tampoco era tan malo, peores los había visto yo en el Teatro Mella pagando tres pesos y con naylitos de envolver pollos colgando en bambalinas, era verdad que las locas “siempre se crecen antes las dificultades”, (seguramente esa frase fue inventada, pensando en nosotros), si dirigiéramos este país seguro ya se hubiera acabado el periodo especial o al menos “parecería”.
Allí estaban las locas que ya conocíamos del parque y otros gays que por su forma y comportamiento, parecían mas interesantes,       ¿seria que nos habían llevado al lugar equivocado en aquel parque?, parecía que si.
Terminado el espectáculo y el sin final de canciones que canto Roly, o sea todo su repertorio y algunas mas que se invento, los nuevos gays que habíamos allí conocido nos invitaron a una fiesta, y lasque ya se creían nuestras amigas se quedaron boquiabiertas cuando las dejamos plantadas y nos fuimos con un teatral portazo tras nosotros;( ah el ministro de cultura nunca apareció, pero esa parte ya me la imaginaba).
Llegamos a la casa de la fiesta, una casa muy espaciosa y de mas arquitectura colonial, (esto era otra cosa), la música muy agradable, el ron había que comprarlo, pero no nos importo, el lugar y las personas eran agradables, comenzamos a alternar y conocer, al fin caíamos en algún lugar agradable, bailamos toda la noche y conocimos algunos mas íntimamente, que ya al irnos nos aseguraron que nos pasarían a recoger al día siguiente para que no fuéramos raptados por las otras locas insípidas, la Roly estaba fascinada, un chico le había regalado una flor y hasta le había dicho algunas palabritas inconvenientes al oído, a mi también alguno me llamo la atención, la que acabo fue la “representanta”, desde que llego se perdió en uno de los numerosos cuartos y no salió mas hasta casi cuando nos íbamos y ya toda sudorosa, por lo que esta noche la castigaríamos y le tocaría dormir pegada al riachuelo, la noche por fin terminaba,? comenzaba a valer la pena el viaje al oriente del país?.
A la mañana siguiente llego Amalia bien temprano, no quería perderse la posible salida, todavía no sabíamos adonde, presuponía no había tantos lugares donde ir en aquella ciudad, nuestros posibles pretendientes llamaron desde el lobby; ¡albricias!, teníamos teléfono y además funcionaba, eso era toda una delicia, bajamos muy informales, debíamos de desayunar primero, donde sino comeríamos, porque en la pizzería ni muerto, allí estaban los muchachos, habían venido el de Roly y el de Jorge Luis, el mío ni por todo aquello, y estoicamente jamás pregunte, no podía ponerlos en la penosa situación de tener que dar una escusa, no disculpamos, era penoso pero no los podíamos invitar a desayunar, no los dejaban, eran tres los hospedados y ni uno mas, (si no los empleados no se podían robar lo que quedaba). Salimos casi como entramos, no había casi nada, jugo de ¿mango? Y pan con pasta, jamás supimos de que?, a pesar que nos la daban a diario. Les pregunte que adonde iríamos y nos dijeron que a conocer la ciudad, ¡NOOOO!, ni coronado de oro volvería a conocer la ciudad y caminar las interminables calles de adoquines, donde se te viraban los pies a cada rato, a ver las casas de cuanto mártir se le ocurriera haber vivido allí aunque fuese un solo día,(perdón), pero jamás volvería a la iglesia, cuando comenzaba a ponerme verde de rabia decidieron como por encanto llevarnos al hotel Camagüey y pasar el día en la piscina, pero como no éramos extranjeros, aunque si turistas,(pero aquí la condición de turismo sin ser extranjero no era posible), a lo que Roly se les adelanto y les dijo que con mi personaje teníamos abiertas, me dijeron casi en susurro que quedaba algo lejos, pero tomaríamos un taxi, y esbozando una sonrisa subimos a vestirnos, habíamos previsto esta situación por lo que nos habíamos traído ropa adecuada y trajes de baño, mientras Amalia corría a su casa para ponerse una trusa y parecía que había ido volando, pues cuando bajamos ya disfrazados de playeras, entraba ella por la puerta, sofocada, pero allí, jamás se perdería la excursión, aunque nadie hasta ese momento había dicho con que dólares entraríamos allí, por supuesto que con los míos no seria, no podía quedarme sin un centavo en aquel lugar perdido del mundo, echamos a andar y casi sin querer me dijeron que su amigo se disculpaba conmigo pero que había tenido que trabajar por lo que nos podríamos ver en la noche, a lo que no conteste nada, aun con la mirada acusadora de los demás, a lo que moví la casa en señal de nada y salimos de allí.
La odisea comenzó con buscar un taxi que quisiera ir lleno de maricones, parecía imposible, solo era para impedidos físicos, débiles visuales, hospitales, funerarias y demás desgracias, yo sabia que en la habana era igual, pero ellos jamás hacían lo que les mandaban y siempre estaban dispuestos ante una buena oferta y por lo que supe después la de ellos lo era, pero el peor problema era que no pasaba ninguno, (siempre sueño con las películas que los actores sacan la mano e inmediatamente aparece un taxi, donde se montan si preguntar nada y como por arte de magia, será verdad así?, en algún país del mundo?),hasta que por fin Amalia logro conseguir uno y tras una larga conversación decidió llevar a unos primeros y luego venir a recoger a los otros, éramos seis y no podíamos ir todos juntos, así se hizo y tras estar todos reunidos, entramos al hotel, que con mi disfraz y mi –“hola”- con ese acento indefinible, que no se logra saber si es de los Cárpatos Cantabrios o de los suburbios de “te pito”, en fin entramos en vez de parecer un hotel aquello parecía una escuela al campo con olor a desinfectante barato y planticas mal cuidadas, pero en fin estábamos en Camagüey, ardía en deseos de ver la piscina, la curiosidad me mataba, ¿tendría también el agua amarillita?, esta vez me equivoque eran tan transparente como cualquier otra fuera de esta ciudad.
Nos sentamos en unas sillas de extensión que había muy cerca de la piscina, me quite la ropa, lo que hicieron otro tanto los demás y cuando vi que la camarera venia hacia nosotros me levante y me lance a la piscina con el mayor desenfado del mundo, esa parte no me la iban a dejar a mi al poco rato se me acerco Amalia dentro de la piscina y le pregunte como habían echo y me dijo que le habían contestado que mas tarde pedirían algo, pero que no me preocupara que traían como veinte dólares, mejor así era menos la pena.
Habíamos notado que un extranjero miraba a Amalia con mucha insistencia, ella se separo y tras sentarse muy cerca del hombre comenzaron a conversar, por mi parte estaba cansado de tanta agua y tanto sol y salí de la piscina y nos sentamos a conversar, pedimos unas cervezas y yo cigarros, al poco rato se me acerco un turista preguntándome algo sobre la ciudad, pero como nada conocía la pregunta se la pase a uno de los chicos que nos acompañaban, después el “señor turista”, se puso a conversar con todos, me pregunto mi procedencia y con un ecuador, que casi ni se entendía cambie el tema, el era chileno, por lo pronto teníamos las cervezas aseguradas.
Al poco rato se nos acerco Amalia ya muy colgada del brazo de su reciente novio, tuve que contener una risotada, evidentemente allí no había mucho jineteo, los extranjeros se aburrían como ostras, se nos unió y comenzamos a conversar, todo era tan simple como la mismísima ciudad, pero a pesar de todo me divertía.
Pasamos una mañana y una tarde bastante agradable y hasta nos alcanzo para almorzar.
Salimos de allí todos, esta vez regresamos en guagua, los extranjeritos se habían quedado tan aburriditos como los habíamos encontrado, venían en grupo y no había nada que hacer.
Llegamos a nuestro hotel muerto de cansancio y hambre, comimos pan con pasta y quedamos en vernos en la noche, nos encontramos en la carpeta un tarjeta de invitación muy florida que nos habían dejado para una fiesta en la noche, Amalia recordó que se lo habían avisado, por lo que quedamos para eso, siempre con mi rechazo.
Ya de noche y algo recuperado, nos cansamos de esperar a los novios de mis amigas pero nada, por lo que fuimos a buscar a Amalia a su casa, tomamos café y salimos ella como de costumbre estaba compuesta y de fiesta , eso si tenia de bueno esta tortillera no se hacia esperar,.
Caminamos nuevamente como locas, pero en fin me estaba empezando a acostumbrar, llegamos a lo que suponíamos la casa, no lográbamos dar con el numero de la casa, pero Amalia nos aseguro que habíamos llegado, miraba a todas partes y no lograba ver la casa, pero ah, la tenia frente a mi, era una enorme talanquera de metal y al conjuro de unos toques mágicos de ella se abrió como por encanto. ¿Aquello era la casa?, no, no podía creerlo, mas bien parecía un basurero, las locas que nos recibieron definitivamente ya las conocíamos, ah las mismas otra vez, se podía encontrar en aquel enorme potrero dedazos e bloques, gomas viejas, y cuanto tareco sirviera o pudiera servir para depositar todas aquellas afanosas asentaderas o al menos parte de ellas. El lugar era todo lo que uno no podía imaginar, al fondo quedaba una especie de portal donde titilaba endeble un bombillo, pero era tanto sus esfuerzos por agradarnos que termináramos cediendo, ya adoraban a Roly la que sentía como “Madonna” era toda una celebridad.
Nos introdujeron por una pequeña entrada que estaba camuflada y daba directamente a la sala de la casa, me imagino no lo que significaba aquello, si llegaba la policía ya sabíamos por donde había que correr, bueno pues todas estaba allí y con un despliegue de maquillajes, tacones y trapos como para sentirse realizadas, lo único bueno es que había ventilador y cervezas frías que caían del aire, yo podría haberme quedado a vivir allí aunque tuviera que pasarme la vida maquillando pájaros.
Fuimos sentados en la mesa de honor, (yo solo retorcía los ojos y Roly se cagaba de la risa solo de verme y saber mi nivel de acides como iba subiendo),una enorme goma de tractor que nos habían puesto casi delante del “improvisado” escenario.
Salieron las coristas, el show comenzaba, eran seis pájaras maquilladas hasta la saciedad, si algo se gastaba allí era cosmético, no se como se las arreglaban para conseguirlos pero cualquier cabaret de este país no tendría esa cantidad variedad y buenas marcas de cosméticos, la verdad estaba bastante bien para lo que tenían, unas especies de trusas, adornados con lentejuelas y cuanta piedrecita de rio hubieran encontrado, los pobres gallos de la ciudad habían quedado desnudos al perder todas sus plumas en pos de tanta mariconeria, las tenían en unos simpáticos gorros y en las colas de las trusas, en sus pies lucían unos alegres, “kikos plásticos” adornados con lame y pintados quizás con ¿pasta dental?, no habría para lavarse la boca pero para mariconear si, en fin hacían lo que podían y con lo que tenían, tras su “opening” salió la animadora, nos dio la bienvenida a nosotros “la delegación de la capital y esa estrella que las visitaba “y al resto del publico que ya colmaba el lugar, se expendía ron y a su ayuda las cosas comenzaron a mejorar. Salió después la primera cantante una morena espantosa que imitaba a Witney Houston; todos nos reímos y yo tenia que aguantar a Roly para que no se trasvistiera, solo un poquito me decía yo miraba a Jorge Luis y le decía no lo dejes, que ella es la estrella, mira que me voy , le amenazaba, después salió otra imitando a Alicia Alonso, esa si la caracterización era magnifica, hasta en los mas mínimos detalles, lo terrible era el traje, una saya de escuela secundaria subida hacia arriba recordando quizás un tutu con un mosquitero enrollado debajo, un pequeño topecito con un pedazo de tela rosa y un trapo en la cabeza a falta de algo mas parecido a una coronita, sus imitaciones eran magnificas, creo que quizás lo hacia mejor que la misma Alicia.
Después salió otra y otra mas hasta el cansancio, al final salieron todas y saludaron, aquello había sido maratónico, pero ahí fue cuando comenzó de verdad “El bodegón de las garzas”, mientras el show funcionaba todos se habían enfrascado en un flete descontrolado y desmedido, rociado con tanta chispaetren era lógico que pasara, todo enaltecido por algo que hacían llamar el telegrama , lo que animadora comenzó a leerlos, resulta que cada cual mandaba papelitos al que le gustara y les decía los piropos que mas se le antojara y lo que ponía de su propia cosecha la animadora.
Era delicioso las cosas que se decían, las frases mas celebres se decían con un total desenfado y las parejas se iban armando, casi por encanto, se pidió que había que premiar a la artista, cuando de pronto se dio la voz de ¡La Policía!, todas nos sentimos consternadas, saben lo que significaba caer presos en Camagüey y por pajarear, ya eso era demasiado, las locas nos sacaron por la pequeña puerta que habíamos entrado y una vez salimos corriendo detrás de una gran arda de todas ellas en tacones y maquilladas, que casi no nos permitía correr de la risa, corrimos desenfrenadamente, hasta que Amalia que era supuestamente la mas cuerda mando a parar, habíamos corrido tanto que estábamos casi en las afueras de la ciudad, había que regresar para es hora, ya lo que quería era precisamente que nos llevara la policía, para por fin no tener que caminar mas. No obstante todo aquello, iban cantando de regreso a las casas, nos hablaron de otra fiesta pero a un grito de –NOOO-, cambiaron de idea.
Gracias a dios y a nuestros piececitos llegamos al hotel, era tardísimo y como nadie cuidaba aquello, nos acostamos los cuatros a dormir.
Despertamos a la mañana siguiente con la sensación de que habíamos jugado en un equipo de futbol del dolor que teníamos en las piernas, nos levantamos y tras un baño reparador,(para esa hora ya lo que menos me importaba era el color del agua) aunque hubiéramos podido quedarnos a bucear en nuestra habitación con el riachuelo que ya se había engrandecido y era toda una laguna, salimos a la calle, ya había pasado el horario del desayuno y del almuerzo también por lo que nos habíamos quedado sin nuestro pan con pasta, así que tuvimos que ir a una “paladar”, era mas barato que en la habana, por lo que comimos muy bien y tomamos mucha cerveza y ya medios entonados determinamos que ya no nos quedaba nada por hacer y el riesgo iba creciendo con tantos maricones alrededor, envalentonados fuimos a la terminal de trenes , allí pedimos hablar con la jefa de todo aquello que a la promesa de dos dólares nos daría cuantos pasajes necesitáramos, pero teníamos que esperar, nos pusimos a contemplar todo aquello, cuanta deprimensia, cuanto churre, cuanta miseria, todo unido en el mismo lugar, en el espacio que nos tocaba a los hijos de esta tierra esperar por las migajas que nuestro gobierno nos tiraba, a nosotros los seres discriminados de este país que nos vio nacer y donde no éramos mas que unos discriminados en nuestro propio espacio, en eso llegaba un tren que hacia que paraba para que las gentes corrieran tras el, vimos una pequeña niña que cargaba a una mas pequeña que ella y llorando corría tras el tren, finalmente paro abrieron las puertas y las personas lograron subir, los hombres fuertes subieron primero, no le daban espacio a nadie mas débil, algunos se bajaban para tomar agua de una manguera que la botaba constantemente del piso, y hasta llenaban pomos de plástico para llevar. Deseaba que el tiempo pasara rápidamente, deseábamos salir de allí, cuando no se puede hacer nada por ayudar al prójimo, lo mejor es no verlo.
Finalmente vino la compañera de los pasajes y nos resolvió los cuatros pasajes para esa misma noche, no podíamos aguantar mas, la tristeza ganaba cada vez mas espacio dentro de nosotros. Salimos de allí y fuimos a recogerlo todo al hotel, también pasamos por casa de Amalia para recoger y despedirnos ella también se iba con nosotros, no quería seguir tampoco allí, tras un breve soborno logramos que Amalia almorzara con nosotros, nuestra amiga nos acompañaría, la historia tocaba fin.
Llegamos a la terminal faltando minutos para chequear los boletos, allí encontramos a los mismos chicos que habíamos conocido en la venida, continuaban en sus comercios, conversamos algo, pero ya con muchas angustias en nuestros rostros, desde el día anterior la realidad se rebelaba cruelmente, también de allí había que esperar, nos encontramos con varias locas que ya conocíamos, pero que en la terminal parecían no vernos, quizás para salvaguardarnos de los negocios ilícitos que hacían, o quizás por pena de lo que hacían, nunca lo sabré, desde vender pasajes a sobreprecio, cucuruchos de maní, tamales y hasta hamburguesas, de eso vivían las locas camagüeyanas, finalmente montábamos al tren y de los tinajones nada.
Atrás quedaba una ciudad y una realidad que aunque no hablaban nunca de “lo malo que esta esto”, se les podía leer en las caras, unos gays que merecían pese a todas mis quejas y malas caras, mis respeto por sobretodo no dejar que el medio los aplastara, las locas camagüeyanas todavía se permitían soñar, algo que los de la habana ya habíamos perdido.
El tren comenzó su marcha hacia la otra parte de la realidad, esta vez la mía la diaria, la que quizás había querido olvidar pero me regresaba de peor manera. Nos sentamos nuevamente juntos pero esta vez en el ultimo asiento pegado al baño quizás eran los únicos que quedaban, lo que nos anunciaba un regreso con un aroma ideal, al menos íbamos sentados, algunos iban de pie, por suerte esta vez el tren iba a gran velocidad, quería como nosotros escapar de todo aquello, nos íbamos sin haber comprado nada para traer a la habana, venir del campo y no traer nada era incomprensible, pero que si no había nada, aquello estaba peor que la habana y eso era mucho decir, además ya no teníamos dinero, a pesar de su aparente várate en Camagüey se nos había ido todo el dinero que habíamos llevado, nuestros amiguitos vinieron a vernos, hablaríamos con la ferromozas a ver si nos podían cambiar para su coche y estar juntos, además que era el único que tenia luces, al poco rato llego uno de ellos era imposible, el coche era para ciego, me encogí de hombros, pero aunque no dije nada todos pensamos lo mismo, para que querían los cieguitos el único vagón que llevaba luces, si de todas formas no se enterarían, pero bueno en este país todo lo absurdo era lo lógico, que bien funcionaba la “anci”, que resolvía tanto para sus débiles visuales asociados, bueno en fin después que Roly fue a buscar los cuatro panes que nos tocaban, (nos daban merienda y todo de regreso) eso era genial , quizás seria para que la gente se apurara mas en irse de aquella ciudad, pero aparte de los panes llegaba doblada de la risa y nos conto entre carcajadas que no era que se llenara de cieguitos el vagón, sino que estaba reservado para Ciego de Ávila, la provincia, lo que nos dio un ataque de risa generalizada, cuanto subestimábamos a nuestros “ilustres” ferrocarriles, ya no esperábamos nada mas del viaje por lo que mal mente dormimos lo que pudimos, con las cabezas descolgadas prácticamente por las ventanillas, la peste de los baños era insoportable, preferíamos perder la cabeza a seguir oliendo eso.
Despertamos ya en Matanzas, La Habana se acercaba, esta vez no nos arreglamos, ya no teníamos deseos de nada, solo llegar y descansar, lo que finalmente ocurrió cuando despuntaba el alba; unos tonos rojizos nos inundaban las caras con unas nuevas arrugas en nuestros rostros, esto no era el fin sino la continuación de una misma historia.

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