Ah Roly.
Te fuiste,
eso ya lo sé, no logro entenderlo al ver tus fotos en facebock, te ves bien,
relativamente bien, te veo en otras fotos compartiendo con personas que no
conozco pero que evidentemente, tu si; tenias esa facilidad para caerle bien a
las personas cuando querías, no terminamos en buenos términos, quizás por mi
intolerancia, quizás por tu soberbia, siempre fuiste así, soberbio y rebelde,
yo también sigo siendo así intolerante y rencoroso, siempre que las personas
mueren, solo se cuenta lo bueno de ellas, pero yo me niego a seguir esa
costumbre o mal habito, yo lo cuento todo, solo en migración me permito vivir
de la mentira fuera de ahí y a mis casi 50 años, 33 años de mentiras
permanentes en aquel país, donde te obligan a mentir antes que a hablar me
hartaron hasta el ultimo ápice de mi estrujado cerebro o como decía mi mama;
desde el pendejo mayor o hasta el pendejo teniente coronel, hasta ahí me tenían
los malditos comunistas.
Llegaste a
nuestras vidas, como un torbellino de aire fresco, caliente y de todas las
temperaturas, el primer recuerdo que tengo de ti es tratando de arreglar un
bombillo con una licra roja que te marcaba el culo hasta lo inimaginable y
tratándole de enseñar a nuestro vecino tus atributos, vecino que no tardo mucho
en caer en tus telarañas amatorias, o como te decía yo “eras el terror de las
mujeres casadas”.
Te abriste
pasos entre sueños, siempre sueños, a veces algunos los lograbas realizar, lograste
hacerte de un grupo de bailarines, tu cantabas, te deshacías entre acordes y vibratos
que los amplificabas y nos dejabas a todos con dolor de cabeza, pero eso si
insistías y tenias esa perseverancia de buey empecinado de Pinar del Rio, que
no oía los no, no entendía de sugerencias, y a veces tenías razón, te enredaste
con uno de los bailarines como era lógico pensar, siempre y justo al que no le
interesabas, los que te querían calladamente esos no te interesaban, eso ya lo sé,
siempre fuiste en busca de lo imposible, actuabas en aquel grupo de teatro en
el que te sentías menospreciado y desaprovechado tu talento, pero Roly, siempre
quisiste demasiado, lo querías todo, absolutamente todo y no eras demasiado
bello, ni demasiado alto, ni demasiado fuerte, siempre fuiste corazón, todo
corazón y eso no siempre se ve desde lo alto de las tablas y donde solo luce el
que se acuesta con el director, y con el que nunca tuviste nada a pesar de mi
insistencia de que lo hicieras en fin uno más, no significaba nada y podía
traerte algunos beneficios, pero no, nunca aceptaste.
Yo a veces
te acompañaba, siempre disfrutaba de tu compañía pero solo a ratos; tenias la
facultad innata de sacarme de mis casillas, de no saber cuándo parar, de
disfrazarte de mujer y no querer nunca quitarte la peluca o los zapatos de
tacones, hasta que yo tocaba la puerta sin tu verme y la abría, tu salías
corriendo para el cuarto y yo decía al abrir la puerta –“Tania, si aquí esta Roly-“
y ya tu salías sin vestido y sin tacones veías que no había nadie en la puerta
y solo medias MARICON¡¡, - reías con una mueca de disgusto y corrías a disfrazarte otra vez, eras
realmente incansable, no sé de donde sacabas tanta energía, cuando a veces
vivías a punta de tisanas que hacia tu abuela y medias comidas que te dábamos
nosotros, cuando cogiste confianza fue casi peor prácticamente vivías allá
arriba, llegabas con el pan del desayuno, ahí te bañabas, casi siempre había
jabón, comías y le gritas a tu madre que te planchara la ropa mojada, para irte
a trabajar, tenias esa penosa afición de echar la ropa a la lavadora cuando
llegaba la guagua a buscarte y luego a correr y secarla con la plancha,
definitivamente perdías mucho tiempo “pajareando”, quizás demasiado, el resto
de los bailarines se sentaban a conversar en tu casa o en la mía, ya después
casi siempre lo hacías en la mía, desde aquella nefasta tarde en que uno de tus
arrebatos de cólera le exigiste demasiado a tu mama y porque no tenía la casa
limpia y recogida, o como le decía yo “la cueva del humo”, por las innegables
marcas que dejaba la cocina de luzbrillantes en las paredes, ese día llegaste a
la casa llorando; yo ya había escuchado los gritos desde arriba, todos los
vecinos en los balcones y los golpes, los gritos y los escándalos, subían por
las paredes para alegrías de los vecinos, en ese edificio, las broncas entre
vecinos eran más entretenidas que lo que daban en la televisión, al final
siempre la televisión cubana ha sido tan aburrida, te abrí la puerta porque sabía
que nadie más lo haría solo yo podía aceptarte, aunque no aprobarte, solo te
dije –“ te pasaste siete pueblos y todos con luz roja”- sabias lo que te decía,
solo lloraste y me dijiste que no podías mas, que se te iba la mano, aunque tu
madre gritara, que no aguantabas, se perfectamente lo que te pasaba, siempre quisiste
aparentar lo que no eras, lo que no podías ser, lo que es tener esa permanente
realidad de vivir en un tugurio de Guanabacoa, no había manera de cambiarlo,
aunque fueras el más talentoso de la ciudad, era imposible cambiar los muebles
rotos, las patas de las sillas apuntaladas con ladrillos, porque tiempo antes
había sido con latas de leche que ya se hubieran comido en otros momentos de
peores necesidades las paredes sucias, los brochazos de pintura de tu hermano
por todas partes y el aceite de carro regado por tu otro hermano por el piso.
No querías
que la gente viera eso, pero como evitarlo, todos vivíamos así, en esa penuria
permanente, comiendo solo arroz con frijoles y sal en el mejor de los casos, a
veces tu papá se robaba algo del trabajo y por eso en tu casa a veces se comía
mejor y hasta algo lograbas robarte para que pudiéramos comer allá arriba,
siempre recuerdo el famoso robo de la gallina,” estábamos en mi casa (como casi
siempre) y estaba Adriana, (Nicolás como siempre para el trabajo, se levantaba
casi sin amanecer para irse a trabajar en esa empresa donde no se hacía nada,
donde solo a veces vendía panquesitos hechos a base de bicarbonato y que
parecían alka zelser gigantes, bueno en fin, el trabajaba siempre le gusto
trabajar esa generación aun pensaba que ese país tenía solución y que el
trabajo ennoblecía, en fin se frustraba un poco cuando yo cogía certificados
médicos por 30 días y me ganaba en una semana paseando extranjeros lo que
ganaría el en tres años de trabajo en esa empresa revolucionaria); pero
regresemos al robo de la gallina, no había nada que comer en mi casa y nos dijiste
“en súper gay confidencia”, que tu papa había traído” (robado)”, unas gallinas
del trabajo pero que estaban muy bien custodiadas en el refrigerador de tu
casa, por tu mama y tu abuela, así que había que urdir un plan estratégico y
realmente fue un plan casi científico, (odio la palabra militar), decidimos
dejar a Olga Lidia arriba con una jaba amarrada a una soga “ah sí, había soga”,
la estaba guardando para ahorcarme, pero siempre dude que soportara mi peso y
lo peor aun que no tenia de donde amarrarla sin que me llegaran los pies al
piso, en fin Olga Lida amarro la soga a la jaba con una piedra dentro para que
hiciera peso, Amalia tu y yo bajamos a
tu casa, dejamos a Amalia dándole combersacion a tu mama en el balcón yo
entretenía a tu abuela en el cuarto, mientras tú te fajabas con la gallina
congelada pegada casi con cemento al congelador, lograste arrancar la gallina
echarla en la jaba, alar dos veces para que Olgui la subiera, sonreírle a Fichiqui
(el de vigilancia del CDR, que no entendía nada), y subir corriendo para mi
casa, cuando logramos terminar de conversar con tu mama y con tu abuela y
subimos a mi apartamento ya estaba la gallina despeluzada dentro de la olla de presión
y pitando alegremente con una arroz con pollo delicioso y entrañable, después
tuvimos que recoger los huesos y llevárnoslo para botarlo lejos de casa, no
podíamos dejar esa huella en nuestra basura, tu mama era muy capaz de subir a
revisar nuestra basura y ver los huesos, no sé si logro saberlo o no, pero
siempre reímos al acordarnos del robo de la gallina, tantos años tu papa lamiéndole
las botas al gobierno tenía que servir de algo al menos no?, “dando vueltas”,
le decía yo para no decir el nombre de la empresa donde trabajaba tu padre “Rumbos”,
un giro gramatical para un país donde todo se dice en claves.
Salir en
contigo y tu grupo de baile a aquel lugar donde eras la estrella triunfante y
que hoy no hay manera que recuerde como se llamaba, quedaba muy lejos pero eras
tan fuerte que hasta una guagüita te habías agenciado (en aquel momento que no
había guaguas y menos aun gasolina), que los llevaba y los traía, allí lucias
en todo tu esplendor , dentro del camerino donde había una baño con la taza
rota que no se podía cagar, pero si mear de pie hasta las mujeres, eso no era
lo peor de todo, tenían que maquillarse secarse el sudor entre brochazo y
brochazo, poner las cintas en puntas el pobre Jorge Luis (la representanta), yo
tengo esa mala manía de ponerle sobrenombres a todos y al él según tu ser tu
representante (pero dios alguien podía representarte mejor que tu mismo,
nadie), en fin era tu asistente en toda regla y siempre lo hacía todo, pobre
criatura que siempre te amo, pero nunca lo atendiste y siempre lo recordare a él,
en aquel dramático entierro de tu perro Muppet, recién había llovido, habían abierto
un hueco en el bosquecito, un pequeño matorral que nos quedaba en la misma
esquina del edificio que lo mismo servía, para enterrar animales, que para
encuentros sexuales escondidos, que para atracos a los pasantes, allí enterraste
a Muppet, allí estábamos todos, Olgui, Nicolás, tu mama, tu hermano, Jorge luís
y yo, y algún curioso que pasaba a la “representanta” hacia poco le había
llegado una tía de Miami y le había traído algunas cositas entre ellas unos
zapatos que tu habías decidido estrenar ese día lluvioso para tu show, tu
llorabas, tu hermano lloraba , los demás hacíamos pucheros y Jorge Luis daba
alaridos espantosos y se agarraba los pelos y al verlo mirar sus zapatos
hundidos en el fanguero puestos en tus pies no pude aguantar la risa y me tuve
que ir, tu solo le estrenabas los zapatos en pleno fanguero, en fin los bailarines
te seguían, el director del lugar te seguía yo te seguía y hasta nos divertía tus
innumerables perretas, allí creo que eras feliz cantabas lo que te daba la
gana, bailabas como querías y hasta sudabas todo con la sonrisa permanente de
quien es por un momento feliz… ( Continuara)
siempre digo lo que pienso
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